martes, 23 de junio de 2009

AL MÁS PURO ESTILO DE LARRA...


¡Hola a todos/-as! Afortunadamente las temibles semanas de exámenes comienzan a quedar atrás y debo felicitaros por el estupendo trabajo que habéis realizado. Precisamente, porque tras ese esfuerzo y esos magníficos resultados, creo que resulta triste guardar esos tesoros que habéis creado, me gustaría contar con vuestra participación para publicar en esta entrada vuestros artículos.

Para los que no estén familiarizados con "los tormentos" de la clase de Lengua en 1º de Bachillerato C, debo aclarar que la tarea (entre otras) consistía en escribir un artículo "al estilo de Larra" en el que debía criticarse algún hecho o costumbre de la vida social, política o cultural de la España actual.

Estrenamos esta entrada con el artículo escrito por Miriam, puesto que ella ha sido la primera en enviarlo. Espero que el resto se anime. Sólo tenéis que enviarlo al final de esta entrada en la sección de "Comentarios".

Un saludo y a disfrutar del verano. Os lo habéis ganado.

¡QUÉ APRENDAN ELLOS!

Hoy he estado haciendo unas fotocopias y en la fotocopiadora de al lado estaban haciendo otras de un trabajo. No pude evitar echar un vistazo (mala costumbre, pero imposible de no hacerlo, es curiosidad). El trabajo estaba en inglés y contaba con un título en mayúsculas que decía: THE IMPORTANCE OF SPEAKING FOREIGN LANGUAGES, que, traducido al español, sería "La importancia de hablar idiomas extranjeros." Esto me ha hecho reflexionar sobre la poca o la mucha importancia que se le da a este aspecto en España.

Hoy en día, niños de 2 o 3 años, ya empiezan a dar clases de inglés. Sin embargo, cuando tienen 15 o 16 aún siguen sin tener soltura al hablar, por muy buena gramática que tengan. Siempre llega algún extranjero por la calle que le pregunta algo en inglés (normalmente) y nunca (o casi nunca) un niño de esa edad le responde en inglés, aunque sepa hacerlo. Entonces, si alguien le pregunta porqué no lo ha hecho, viene la típica respuesta: “¡Qué aprendan ellos!, que para eso son los que vienen a España, no voy a aprenderlo yo ¿no?, se supone que son ellos los que se tienen que adaptar a nosotros y no nosotros a ellos”.

Para mí ese es el colmo de la ignorancia, de las pocas ganas de aprender o de demostrar lo aprendido.

Yo solo he viajado dos veces al extranjero, una a Italia y otra a Francia, pero, en ambas ocasiones, siempre me han sabido contestar, con mejores o peores dotes, en español.


Está claro que sea uno español, chino o italiano, no va a saber cada uno de los idiomas del mundo, pero sí que podríamos esforzarnos en saber, al menos, una lengua extranjera.
Sin embargo, en España, sigue la tendencia a hacer justamente lo contrario, aprendemos con dificultad nuestro idioma y, el que venga a nuestro país, que aprenda también nuestro idioma, o sino, que no hubiese venido.

Entonces, si seguimos esa tendencia ¿yo no podría viajar nunca a Rusia? Porque si viajo, no me voy a enterar de nada, si es que los rusos tienen nuestra mentalidad. Y, si viajo a China, ¿debo saber chino?


Yo creo que no, que todo el mundo debe poder defenderse en, al menos, una lengua extranjera, aunque no sepa hablarla a la perfección. Eso no solo da facilidades al extranjero, sino también al que domina dicha situación. No es lo mismo que alguien te pregunte algo en inglés y no sepas responderle (o ni siquiera quieras poner en práctica todos esos "Fill in the gaps" de tus libros de inglés) a saber responderle correctamente.


A mí personalmente, si cuando estoy en el extranjero me contestan en mi idioma, me demuestran cultura e interés por aprender. Pero aquí es "¡Qué aprendan ellos!".


Siempre culpamos a los métodos que se usan en España para la enseñanza de idiomas, que sí que es verdad que no son, ni mucho menos, los mejores, pero también influye la cabezonería del español, o de todo aquel individuo que no se digne a aprender un poco por su vida, aunque eso le pueda ayudar a encontrar trabajo (que parece que llama más la atención que saber comunicarse con la gente).


Así que ellos que aprendan para cuando vayamos a su país, para cuando vengan aquí que seamos nosotros los que demostremos nuestras capacidades.

-MIRIAM PÉREZ CARRASCO


2 comentarios:

  1. Muy buen comentario Miriam, te felicito ;)
    Todo lo que has descrito en el comentario es la pura realidad, y nosotros los españoles y españolas, nos debriamos de concienciar en aprender sus idiomas, aunque solo sea lo basico, al igual que hacen los otros paises con el nuestro.

    Saludos

    ResponderEliminar
  2. Ahí va el mío, después de varios intentos fallidos de publicación :P.

    “La nueva decadencia”


    Surgido el tema, voy a contar la historia que le ocurrió a un amigo que yo preciaba mucho en mis tiempos de mozo. Era inteligente y muy “espabilao”, siempre estaba buscando algo nuevo que hacer y preciaba mucho la vida, o al menos todo lo que se podía preciar con aquella edad.

    Pues bien, cuando éramos jóvenes y todavía íbamos a la escuela, estábamos muy unidos, y siempre íbamos a todos los lugares juntos. Era ese tipo de amistad que es para toda la vida, pero no resultó ser así.

    Cuando llegamos a unos estudios más superiores, noté que mi querido compañero empezaba a “aburrirse” – como él decía - de los incesantes y repetidos estudios que los malvados profesores mandaban saber. Notaba yo, quién se esmeraba en seguir los estudios sin falta, que mi preciado amigo empezaba a ser más amigo de aquellos que, como él decía, tenían sus mismos ideales. Era el típico grupo que no asistía a clase de vez en cuando, y que siempre tramaban alguna que otra gamberrada.

    Pasaban los días, y mi amigo de alma ya no era más que un simple conocido. Apenas se le veía ya por la escuela, y los padres no parecían muy preocupados, aún siendo estos alertados de los problemas que el hijo tenía.

    Un día encontrémelo por la calle. Estaba irreconocible, con una cara desganada y con lo que parecía ser un cigarrillo, mas no uno legal, colgando entre los dedos:
    - Eh, tío – díjome, e hizo un ademán que yo entendí como un
    ofrecimiento de su vicio.
    - No, gracias. ¿Cómo es que ahora te gusta este estilo de vida?
    Creí que lo odiabas.
    - En esos tiempos yo no sabía nada, esto es vida. ¿Qué mejor que
    estar con los colegas pasándolo bien?
    - ¿Llamas a esto pasarlo bien? – Me extrañé
    - ¡Pues claro, tío! Por cierto, necesito un favor. ¿Tienes dinero
    suelto? Es que lo necesito, se lo debo a un amigo. Por los viejos tiempos, tío.
    - ¿Acaso es él más amigo que yo?
    - ¡Pues claro que no! Te juro que te lo devuelvo.

    Esas fueron las últimas palabras que me soltó. Más tarde me enteré que estaba metido en muchos problemas, y que debía mucho dinero a sus
    “amigos”. El pobre apareció muerto en su portal no hace mucho, y ahora los lamentos de los padres sobre que debieron preocuparse más no sirven de nada, si bien a mi me parece un argumento sin sentido.
    No entiendo, ni nunca lo haré, este tipo de sociedad. Pero es lo que me ha tocado vivir, rodeado de gente que su ideal sobre que la vida hay que vivirla lo toman a lo radical, bien sea porque han vivido rodeado de este tipo de vida, como en el caso de algunos grupos marginales, bien sea por que pasan de todo, bien sea por estupidez.

    Saludos!

    Sergio Galán Medina

    ResponderEliminar